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  • viernes, 22 de marzo de 2019

    HEMORRAGIAS NASALES

    Hemorragia nasal

    Es la pérdida de sangre del tejido que recubre la nariz. El sangrado ocurre con más frecuencia en una fosa únicamente.

    Hemorragia nasal anterior

    El sangrado nasal generalmente proviene de la parte anterior de la nariz (hemorragia nasal anterior) de los pequeños vasos sanguíneos que existen en el cartílago que separa las dos fosas nasales. Este cartílago es el tabique nasal, y contiene muchos vasos sanguíneos. La mayoría de las hemorragias nasales anteriores son más escandalosas que graves.

    Hemorragia nasal posterior

    La hemorragia procedente de los vasos sanguíneos situados en la parte posterior de las fosas nasales (hemorragia nasal posterior), aunque es poco frecuente, es más peligrosa y difícil de tratar. La hemorragia nasal posterior por lo general implica a vasos sanguíneos más grandes que la hemorragia nasal anterior. Dado que estos vasos se encuentran en la parte posterior de las fosas nasales, es más difícil que el médico pueda acceder a ellos para poder tratar la hemorragia. Las hemorragias nasales posteriores tienden a ocurrir en personas afectadas por ateroesclerosis (que reduce o bloquea el flujo sanguíneo en las arterias), en los que sufren trastornos de la coagulación, en los que están en tratamiento con fármacos que alteran la coagulación, o en los que se les ha realizado una cirugía nasal o de senos.

    Causas

    Se produce una hemorragia nasal cuando el revestimiento interior (mucosa) de las fosas nasales está irritado o cuando se rompen los vasos sanguíneos de las fosas nasales. Existen muchas causas de las hemorragias nasales. Son más propensos a desarrollar hemorragias nasales aquellos que reciben tratamiento con aspirina (ácido acetilsalicílico) u otros fármacos que interfieren con la coagulación de la sangre (anticoagulantes), los que presentan trastornos de la coagulación y aquellos con endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis).

    Causas frecuentes

    Las causas más comunes de las hemorragias nasales son
    • Traumatismos (como sonarse o hurgarse la nariz)
    • Cuando se reseca el revestimiento interior húmedo de las fosas nasales (como ocurre en invierno)

    Causas menos frecuentes

    Las causas menos comunes de las hemorragias nasales incluyen
    La presión arterial elevada (hipertensión) puede contribuir a mantener una hemorragia nasal una vez que esta ha comenzado, pero es poco probable que sea la causa real.

    Valoración

    La siguiente información puede ser útil a la hora de decidir cuándo es necesaria la valoración por parte de un médico, así como para saber qué puede esperarse durante esa valoración.

    Signos de alarma

    Ante una hemorragia nasal, ciertos síntomas y características son motivo de preocupación. Entre estos factores se incluyen los siguientes
    • Signos de pérdida excesiva de sangre (como debilidad, desmayos o mareos al ponerse de pie)
    • Uso de fármacos que interfieren con la coagulación de la sangre
    • Signos de una alteración de la coagulación o de un trastorno hemorrágico conocido (como la hemofilia)
    • Episodios recientes de hemorragias nasales, especialmente sin una causa clara
    Los fármacos que con mayor frecuencia afectan a la coagulación sanguínea son: aspirina (ácido acetilsalicílico), clopidogrel, warfarina y nuevos fármacos que se toman por vía oral (denominados fármacos anticoagulantes orales nuevos), como rivaroxibán y apixabán.
    Los signos de un trastorno hemorrágico incluyen la presencia de numerosas pequeñas manchas de color púrpura en la piel (petequias), grandes hematomas, sangrado fácil por las encías, heces con sangre o alquitranadas, tos con sangre, sangre en la orina y sangrado abundante con el cepillado dental, tras la realización de análisis de sangre o ante cortes de menor importancia.

    Cuándo acudir al médico

    Si el sangrado no se detiene al presionar la nariz se debe acudir al hospital de inmediato. Incluso si el sangrado se ha detenido, en caso de que el paciente presente signos de alarma también debe acudir al hospital de inmediato. Si no existen signos de alarma y la hemorragia nasal se detuvo (con o sin tratamiento) y el paciente por lo demás se siente bien, debe llamar a su médico. Es posible que no necesite valoración.

    Actuación del médico

    En primer lugar, el médico pregunta acerca de los síntomas del paciente y su historial médico y, a continuación, realiza una exploración física. Los antecedentes clínicos y la exploración física a menudo sugieren la causa del sangrado nasal y las pruebas que pueden ser necesarias.
    Durante la historia clínica, el médico pregunta sobre:
    • Causas evidentes del sangrado (tales como estornudos, sonarse o hurgarse la nariz, e infecciones recientes de las vías respiratorias altas)
    • La duración y el número de episodios previos de sangrado nasal y cómo fueron detenidos
    • Si el paciente (o algún miembro de la familia) tiene un trastorno de la coagulación o cualquier otra enfermedad que puede causar alteraciones de la coagulación
    • Si el paciente está en tratamiento con algún fármaco que interfiera con la coagulación de la sangre
    Los trastornos que pueden causar alteraciones de la coagulación incluyen la enfermedad hepática grave (como cirrosis o hepatitis) y ciertos tipos de cáncer.
    Durante la exploración física, el médico busca en primer lugar signos de una pérdida abundante de sangre (como palpitaciones e hipotensión) y de hipertensión arterial notable.
    A continuación, el médico presta especial atención a la región nasal, buscando el origen del sangrado. También se explora la piel para detectar signos de trastornos de la coagulación, incluyendo petequias, grandes hematomas y dilatación de los pequeños vasos sanguíneos situados en y alrededor de la boca y en las puntas de los dedos de manos y pies.
    Si la hemorragia procede de la zona anterior de la nariz suele ser fácil de identificar con una linterna. Para identificar el origen de un sangrado posterior, se utiliza un sistema de visualización flexible. Sin embargo, un sangrado posterior activo puede producir demasiada sangre como para impedir que el médico identifique el origen, incluso utilizando sistemas de visión.